Un informe especial de Finanzas San Luis

Por Javier Apilánez Martínez (*)

Entendiendo los límites de la cultura de la imitación financiera.

Sin duda alguna la modernidad nos ha empujado a una caudalosa corriente de información de todo tipo y calidad. Es nuestra intención reflexionar sobre una conducta recurrente que se observa en inversores amateurs: la replicación de portafolios profesionales.

Un buen inicio para esto es encontrar un término teórico que nos marque el sendero de reflexión. El aprendizaje vicario es uno de los que mejor enfoca nuestra idea. Desarrollado desde la psicología, se define como los conocimientos que se obtienen por medio de la imitación de la conducta de otra persona. La conexión con el ámbito de las finanzas personales surge inconfundible si se lo tamiza a partir del incesante bombardeo de las historias financieras posteadas en las redes sociales.

Para que se entienda, vayamos por partes. Sería un verdadero sinsentido de nuestra parte polemizar con las buenas decisiones de inversión ejecutadas por expertos como Charlie Munger, León Cooperman, Richard Pzena o el inefable Oráculo de Omaha, el mítico Warren Buffet. Miles de historias de éxitos (y de dólares ganados) los avalan[1].-

Pero, pensemos esto, y ¿si los copiamos a escala propia y nos sentamos a esperar que sus éxitos sean nuestros por el efecto de la replicación, de la copia? En principio, sería una decisión lógica desde el aprendizaje vicario pero muy ilógica desde nuestra posición, la cual intenta ubicarse más cerca de un pragmático escepticismo precavido que de un negacionismo caprichoso.

Fiel a nuestro estilo, en los próximos párrafos intentaremos sostener esta posición, tarea cuanto menos desafiante teniendo en cuenta la talla de los criticados y del peso de la cultura de las redes en nuestra vida cotidiana, adelantando que existen cuestiones de forma, pero también de fondo que nos permiten delimitar meridianamente los pros y los contras de la replicación financiera, con el complejo agregado de que son las distintas caras de la misma moneda (o de la misma decisión).

No pensamos detenernos en las cuestiones de forma, dado que lamentablemente los mercados de los países poco desarrollados tienen condiciones propias que impiden la práctica de la réplica. A ello, sumémosle el efecto de la pléyade de regulaciones y formularios impositivos que deben seguirse en nuestro país. Mercados muy distintos, ideas y sobre todo conductas muy distintas.

Sí, queremos detenernos en las cuestiones propias (o de fondo) que hacen a la construcción de portafolios de inversión. Ellas, van desde complejas situaciones estructurales tales como la eficiencia de los mercados hasta las vinculadas a la psicología del inversor. Abordemos algunas de ellas, sin caer en una exégesis sofisticada que aburra al novel lector.

Lo primero que deberíamos entender es que el mercado (o mejor dicho los mercados de cualquier tipo y función…) financiero es una entelequia, o sea una construcción tan teórica como irreal si se la separa de los miles de agentes económicos que con sus conductas individuales influyen en forma marginal sobre el precio de los activos que en ellos se comercian. Y, desde aquí surge nuestro primer disenso: ¿puede entenderse el mercado? Este tema, que parece menor, ha generado (y lo sigue haciendo) kilométricas e indescifrables ecuaciones matemáticas, profundos debates entre teóricos prominentes, y como si fuera poco, dos premios Nobel. Por ello, estamos seguro que ese entendimiento solo es posible desde posiciones subjetivas. Entonces, los presuntos diagnósticos que construyamos serán propios de un mercado observado a través del microscopio que hay en nuestro laboratorio.

Ahora, pasemos a reflexionar sobre los riesgos que asumimos al invertir desde la replicación y sus posibles consecuencias tanto patrimoniales como psíquicas. La opinión de Warren Buffet sirve de disparador. Él afirma que una inversión en renta variable (léase en Acciones) significa aceptar un modelo de negocios y apostar a que ese modelo dé sus frutos, lo que implica tener que estar dispuesto a soportar pérdidas patrimoniales mientras se espera (porque las ganancias, como las buenas compañías, lejos de soportarse, se disfrutan). No sé ustedes, pero en mi caso no tengo ni la espalda financiera de Warren para soportar malos resultados ni su fortaleza psicológica para sobrevivirlos sin las angustias que provocan los prolongados procesos bajistas. En definitiva, como dijo un sabio economista, en el largo plazo, todos estaremos muertos.!!!

Por último, voy a detenerme en el típico mensaje “win win” de los streamers financieros. A menudo, se ven “colgados” en las redes sociales peculiares videítos que te dicen: haz esto, y serás millonario en poco tiempo. Debo confesar que ese tipo de mensajes me causan sentimientos contradictorios. Empecemos por agradecer a quien desinteresadamente se propone ayudarnos a solucionar los sinsabores de nuestra economía de por vida. Sin duda alguna, semejante acto de desprendimiento merece, como mínimo, un “like” de nuestra parte. Sin embargo, también sería interesante preguntarles si ellos hacen con su dinero lo mismo que nos sugieren hacer con el nuestro. En caso de que así sea, repliquemos, sin duda alguna.

Todo tiene que tener un final y este artículo no escapa a ello. Esperamos haber sostenido nuestra idea de que la cultura de la replicación financiera por efecto derivado del aprendizaje vicario, tiene sin ninguna duda sus límites, los que deben ser concienzudamente tenidos en cuenta cuando escuchamos consejos de inversión. También sepamos que algunos de ellos, serán fuente de muy buenas y rentables ideas siendo razonable aplicarlos a escala propia, sabiendo de antemano que nunca dejarán de ser lo que son, una mera copia.

Colofón, saquemos nuestras propias conclusiones sabiendo que la prudencia siempre es buena consejera.


[1] Aquellos curiosos que se tomen el trabajo de calcular la cuenta de cada uno de ellos, les sugiero una mirada al sitio web www.dataroma.com

(*) es Contador Público Nacional y Magister en Economía y Negocios por la Universidad Nacional de San Luis. Especialista en Sindicatura Concursal por la Universidad Nacional de Córdoba. Profesor Adjunto de las asignaturas Administración Financiera y Gestión Económica Financiera (FCEJS – UNSL). Autor de trabajos sobre doctrina concursal para publicaciones especializadas. Email: javier.apilanez@gmail.com

Disclaimer: las opiniones expresadas en los informes especiales son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan, necesariamente, los puntos de vista de los integrantes de Finanzas San Luis.

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