Un informe especial de Finanzas San Luis

por Javier Apilánez Martínez (*)

Es común preguntarse por qué el sistema financiero argentino nos destrata como usuarios según el lugar de la ventanilla en el que nos situemos. Las situaciones de zozobra se exacerban cada vez que se renueva un plazo fijo y ni pensar lo que sentimos cuando recibimos el resumen electrónico de la tarjeta de crédito o pagamos la cuota de un préstamo.

La primera y entendible reacción del usuario es pensar en las grandes ganancias que los bancos estarán obteniendo al prestarnos el dinero que nos permita saciar nuestros deseos de comprar. Además, coincidiré plenamente con aquellos que piensen en el pésimo servicio que prestan dado el alto precio que cobran por él.

A forma de bálsamo, y reconociéndole a cada lector sus justas razones para quejarse, es necesario un breve ejercicio de reflexión con el simple fin de poner un poco de claridad sobre el alto costo financiero al que nos somete la economía argentina.

Les propongo que juntos echemos una mirada a las condiciones que existen en cada lado de la ventanilla (o del homebanking para los más jóvenes o modernos).

El primer desafío que debemos enfrentar es entender el rol del sistema financiero como canalizador del crédito desde las familias (a las que llamaremos unidades superavitarias de fondos) hacia las empresas (llamadas a estos fines unidades deficitarias). Esto no debería causarnos ninguna dificultad de comprensión: el banco me pedirá dinero prestado ofreciéndome una recompensa por su uso. A esa recompensa, la llamaremos Tasa Pasiva (o Tp a los fines de este ejercicio). Ese es, uno de los lados de la ventanilla.-

¿Qué cálculo se hace en el otro lado? El que explico a continuación. En el mismo momento en el que nuestro dinero haya entrado a la caja del banco un oficial de cuenta nos ofrecerá diferentes productos financieros (cuentas, cajas de ahorro, préstamos o tarjetas de crédito) y nos cobrará por su uso a una tasa que llamaremos Tasa Activa (siguiendo idéntico orden de razonamiento la llamaremos Ta).

Con solo saltar la ventanilla las cosas cambiaron, dando lugar a lo que en la jerga financiera se llama spread de tasas de interés. La primera respuesta a las tribulaciones de aquellos lectores que han llegado hasta aquí será aconsejarles que la solución no es hacer una denuncia en la oficina de Defensa al Consumidor, porque sencillamente hablando, no está allí, ni es el camino adecuado si lo analizamos desde una mirada jurídica. La solución, creo, está en entender qué se analiza en cada tramo de la canalización del dinero.

Aquellos lectores escépticos me dirán que los teóricos de las finanzas suelen tener ideas tan inentendibles como alejadas de la realidad, y que en su sofisticación no está ni la razón ni el entendimiento, conclusión que apoyo fervientemente. Sin embargo, y a veces, esas ideas se convierten en reflexiones creativas, y suelen ayudar a entender qué pasa en el universo financiero. Para este tema bastante complejo, por cierto, se creó un modelo de análisis llamado condición break even.

Sintéticamente sería así. Tal como afirmamos anteriormente los bancos se financian (piden prestado) a la tasa Tp, y suponiendo que las regulaciones le permitieran prestar todos los ahorros de los depositantes, cosa que en ningún país ocurre porque existen los encajes bancarios, luego prestarán ese dinero a la Ta, buscando obtener una ganancia. Además, es lógico pensar que por esa ganancia pagarán impuestos, por lo que los deberemos incluir el efecto de los mismos en este análisis.

Entonces, para el banco la primera aproximación de tasa break even será la siguiente:

Tp = Ta (1 – t)

Ese jeroglífico que les cuento, es mi más ni menos que el primer cálculo de este análisis y dice que el banco, como mínimo, deberá cobrarnos una tasa que cubra el costo de financiarse con nuestro dinero más los impuestos que deberá pagar por ejercer su lícito negocio.

A esta altura de mi relato, es lógico que alguien lo cuestione argumentando que no he tenido en cuenta la ganancia del banco ni el efecto de la tan temida inflación. Quien piense eso tiene razón.

Entonces, aquí va la segunda parte del análisis.

Continuemos con esta reflexión manipulando la formula que expusimos anteriormente. Solo basta agregarle un término para completarla:

Tp = Ta (1 – t) (1 – e)

La letra “e”, intenta dimensionar el efecto de la inflación esperada y como es lógico pensar, cuanto más grande sea, más grande será la mínima tasa que el banco deberá sortear.

Y la ganancia del banco, ¿dónde está? Definitivamente en este análisis no está, y no fue incluida por dos razones. La primera se refiere a las altas regulaciones que el Banco Central de la República Argentina le impone al sistema bancario, como autoridad control, incluyendo en entre ellas el control de las utilidades obtenidas por la intermediación financiera. La segunda, de índole micro económica, la actividad bancaria, aún en países de escaso desarrollo financiero como el nuestro, es altamente competitiva por lo que sería muy difícil que una entidad cobre más de lo que cobran sus competidores, sin perder clientes.

Un ejemplo teórico siempre es bienvenido en estos casos. Partiendo de una Tp del 39% (la tasa mínima que el BCRA obliga a pagar por colocaciones a plazo fijo) y con un sistema impositivo que grava la actividad en casi un 35% (Ingresos Brutos, Impuesto al Valor Agregado sobre los intereses y los Sellados de rigor) la tasa que nos cobrará, en principio, nunca podría estar debajo del 48% anual.

Sin duda alguna, y para completar el resultado de la fórmula, el desafío será ponerle un número a la inflación futura. Dejo dicho desafío a criterio del lector.

Estimados lectores lo cierto es que. a pesar de todo ello, concluimos que hay vida a ambos lados de la ventanilla de los bancos y, aunque nos cueste aceptarlo, esperemos que la siga habiendo.

(*) es Contador Público Nacional (Universidad Nacional de San Luis); Magister en Economía y Negocios (FCEJyS – Universidad Nacional de San Luis); Especialista en Sindicatura Concursal (Escuela de Graduados – FCE – Universidad Nacional de Córdoba); Profesor Adjunto de las materias Administración Financiera y Gestión Económica Financiera (FCEJyS – Universidad Nacional de San Luis). Autor de trabajos sobre doctrina concursal para publicaciones especializadas. email: javier.apilanez@gmail.com

Disclaimer: las opiniones expresadas en los informes especiales son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan, necesariamente, los puntos de vista de los integrantes de Finanzas San Luis.

© 2022 – Finanzas San Luis

Encontranos en Twiter – Facebook – LinkedIn – Instagram – YouTube

info@finanzassanluis.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *