Un informe especial de Finanzas San Luis
Ciro Ricci (*)
El pasado jueves 11 de enero el INDEC informó que la inflación del mes de diciembre fue del 25,5%, resultando en una inflación anual acumulada del 211,4%. Si bien, el aumento del nivel general de precios no afecta a todas las personas por igual, ya que algunos pueden eludir sus efectos mediante distintos mecanismos como la traslación de estos a los precios de sus servicios, bien es sabido que aquellos mas perjudicados son los trabajadores que reciben una remuneración que se ajusta por detrás de la inflación.
Para medir el verdadero impacto de la inflación sobre el bienestar de los trabajadores, los economistas aluden al concepto de “salario real” que implica tener en cuenta tanto el aumento de los salarios como así también el aumento de los precios. Así podemos medir el verdadero cambio en el valor del salario, no en función de la cantidad de pesos que recibimos, sino en función de la cantidad de bienes y servicios que podemos comprar con el mismo.
Tomando como periodo inicial diciembre del año 2016, construimos un índice del salario real que nos permita comparar el poder de compra de los salarios año tras año hasta octubre del 2023. Se debe tener en cuenta que los valores utilizados para construir el índice son promedios del cambio en los salarios de los trabajadores registrados, así algunos estarán en realidad un poco mejor de lo que refleja el índice mientras que otros estarán un poco peor, ya que no todos los sueldos aumentaron de la misma forma.
La interpretación del índice es sencilla: partiendo de 100, cuando el mismo se encuentra por arriba nos indica que el salario real, la cantidad de cosas que podemos comprar, mejoró respecto de diciembre del 2016. Por otro lado, cuando el índice cae por debajo de los 100 puntos, nos indica que nos encontramos en una peor situación con respecto a diciembre del 2016.
Se puede apreciar que, aunque los salarios mostraron mejoras hacia finales de 2017, han experimentado un declive desde entonces, ubicándose en promedio un 20% por debajo de los niveles registrados a finales de 2016. Para ilustrar de forma representativa, consideremos que en diciembre de 2016 podíamos comprar 100 artículos con todo nuestro sueldo, en diciembre de 2018 podíamos comprar solamente 77 de los mismos artículos y en la actualidad podríamos comprar 82.
Otra forma de poder comparar los salarios y su evolución es midiéndolos en términos de dólares. De esta forma cuanto mayor sea el salario en dólares, mas cantidad de cosas se podrá comprar y viceversa.
Los resultados son claros y preocupantes: el salario promedio bruto a nivel nacional experimentó una fuerte caída desde mediados del 2017, pasando de US$ 1245 a US$700 un año mas tarde. Esta tendencia bajista no dio tregua desde entonces, lo que colocó al salario medio a mediados del 2023 en los US$ 466.
Usted podrá preguntarse por qué el salario medido en dólares cayó tanto en comparación con el salario real. La diferencia se debe a los distintos cambios en el nivel de precios y el dólar blue. Mientras que la inflación medida por el INDEC tuvo una variación del 2400% en los últimos seis años, el dólar paralelo sufrió un aumento del 4700% para el mismo periodo.
¿Qué se puede esperar en el corto plazo?
En el horizonte inmediato las expectativas se ven influenciadas por dos variables fundamentales: la evolución del Producto Bruto Interno (PIB) en los próximos años y la manera en la que se distribuya el crecimiento (o contracción) económico.
Respecto a la primera, la situación se encuentra en un considerable nivel de incertidumbre. La aprobación o rechazo del proyecto de ley “Bases para la Reconstrucción de la Economía Argentina” es aún desconocida y esta se configura como una pieza clave para la gestión económica del gobierno nacional. A pesar de esto, las expectativas externas respecto del desempeño económico argentino son alentadoras: el Banco Mundial anticipa un crecimiento del 2,7% para el año 2024 y un 3,2% en el año 2025. Asimismo, el FMI respalda estas perspectivas al proyectar un crecimiento del 2,8% para el corriente año.
En cuanto a la distribución de los ingresos por producción, la compensación al trabajo asalariado ha oscilado entre el 40% y el 45% del valor agregado en la última década, registrando un 44,6% en el segundo trimestre del 2023. Por lo tanto, resulta razonable suponer que se mantendrá en estos niveles para el periodo 2024 – 2025.
Así, a pesar de que el ingreso de los trabajadores se encuentra en niveles considerablemente bajos, las perspectivas de su evolución son alentadoras: por un lado se espera una mayor producción de bienes y servicios, es decir mayores niveles de riqueza. Por otro lado, la retribución al trabajo asalariado no ha perdido terreno contra otros factores productivos, manteniendo un elevado nivel de participación. De modo que una compensación constante aplicada a un volumen mayor implica una mejora en los salarios reales.
(*) Estudiante avanzado de Licenciatura en Economía en la Universidad Nacional de Río Cuarto