El enfoque de la economía y las finanzas comportamentales
Un informe especial de Finanzas San Luis
por Marcos A. Lucero (*)
Aunque parezca increíble mucha gente ahorra y se endeuda al mismo tiempo.
Y lo que es peor, las tasas de interés que pagan suelen ser mucho más elevadas que las que se cobran por las inversiones que realizan. Un ejemplo de esto lo constituyen las familias que tienen sus ahorros depositados en plazo fijo -aproximadamente al 37% anual- y por el otro mantienen saldos impagos de sus tarjetas de crédito, cuando las entidades financieras que las gestionan están cobrando en la actualidad tasas que superan el 40% anual -y no son superiores por restricciones legales impuestas por el gobierno-.
Un modelo económico tradicional supone que este tipo de inconsistencias no se deberían producir. Según la hipótesis de mercados eficientes -HME- propuesta por Eugene Fama en 1965 y otros desarrollos teóricos relacionados con las finanzas suponen que las personas son individuos racionales, que operan en mercados eficientes, es decir mercados en los cuales los precios reflejan perfectamente toda la información disponible, y sin ningún tipo de restricciones.
De esta manera, se presupone que nadie le puede ganar al mercado a través de procesos de arbitraje. Esto es así porque con toda la información disponible de manera equitativa, cualquier información respecto a una oportunidad de mercado en algún activo financiero se vería diluida por el mismo juego entre oferta y demanda.
En el ejemplo con el que comenzamos este artículo un individuo racional tendría en consideración tanto las tasas de interés pasivas -las que cobra por sus colocaciones- como así también las tasas de interés activas -las que paga cuando se endeuda-.
Sin embargo, y tal como se ha venido demostrando a lo largo ya de varias décadas, se están poniendo en tela de juicio estos supuestos.
Es así que han surgido las Finanzas Comportamentales (Behavioural Finances – BF) como una rama específica de la Economía Comportamental (Behavioural Economics – BE).
Tanto las BF como las BE derivan de la Teoría Prospectiva, desarrollada a finales de los años ’70 por los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky, que le valieron el premio Nobel al primero en 2002 (no le fue concedido a Tversky porque ya había fallecido para ese entonces).
La teoría que desarrollaron Kahneman y Tversky comenzó a gestarse en los años ’50 en el ejército israelí, donde el primero trabajaba como psicólogo y el segundo como capitán de paracaidistas. Esta teoría fue expuesta en un trabajo en la revista Econométrica en 1979, en la cual se presentaba un modelo diferente al tradicional que trataba de explicar cómo los individuos toman decisiones en contextos de riesgo.
Un discípulo de estos dos psicólogos israelíes es el norteamericano Richard Thaler, quien también fue galardonado en el año 2017 con el Premio Nobel de Economía, por sus investigaciones en el campo de la economía comportamental.
Thaler, Director de Centro de Investigación de las Decisiones en la Booth School of Business de la Universidad de Chicago, es coautor junto con Cass Sunstein del bestseller “Nudge”, que en español se tradujo como “Un pequeño empujón: para mejorar las decisiones sobre salud, riqueza y felicidad”. También es autor del libro “Portarse mal” –Misbehaving: the making of behabioural economics– donde explica el desarrollo de la economía conductual. Y finalmente en agosto de este año se publicó una revisión del primer libro denominada “Nudge, the final edition”.
En todos estos textos el economista explica la forma en que los individuos toman decisiones, y las mismas están afectadas por su psicología. A diferencia de los “homo economicus”, o individuos racionales de la teoría clásica, el habla de “humans”, individuos que se parecen más a la realidad.
Según Thaler los humanos son individuos que no pueden consideran y procesar toda la información disponible, que muchas veces pueden evidenciar problemas de autocontrol, estar influenciados por sus emociones, supuestos y percepciones, y que un “arquitecto de decisiones” puede presentar las mejores opciones de una forma más atractiva como para que estas decisiones sean lo más acertadas posible.
Veamos algunos ejemplos de cómo la piscología de los tomadores de decisiones puede afectar sus elecciones económicas y financieras.
Optimismo y exceso de confianza
Thaler explica en Nudge que en una investigación donde se les preguntaba a emprendedores cuál creían que era el porcentaje de éxito en nuevos emprendimientos y cuáles eran sus chances particulares en ello. Las respuestas con más frecuencia fueron 50% y 90% respectivamente. Este exceso de optimismo puede explicar por qué algunas personas pueden arriesgarse demasiado en algunas inversiones. ¿Será que los inversores en criptoactivos puedan presentar estas características?
Diferentes grados de aversión al riesgo
Algunos experimentos que llevó a cabo Thaler con su equipo, así como otros investigadores de le economía comportamental, dan cuenta de que los individuos sufren más por perder lo que tienen que lo que se alegran por obtener lo mismo. Esto hace que algunos individuos -los que tienen mayor grado de aversión al riesgo- se enfocan más en evitar pérdidas que en obtener ganancias. Es por ello que se este tipo de individuos suele mantener sus inversiones que dan pérdida por más tiempo de lo que deberían, esperando que las mismas se recuperen, y así quedando en una posición menos ventajosa de lo necesario. Para ello muchos traders proponen mecanismos de stop-loss que se fijan de antemano. Por ejemplo, en nuestro país está muy arraigada la costumbre de invertir en bienes inmuebles, que es considerada una inversión bastante segura, aunque se sabe que este tipo de inversiones tiene una de las rentabilidades más bajas del mercado.
El sesgo de status quo
En diferentes tipos de decisiones financieras observamos cómo los individuos tienden a mantener sus decisiones originales y no moverse de ellas. Un típico ejemplo es la contratación de un seguro, sobre todo si el mismo se paga por medio de débito automático. Es muy raro que un consumidor de seguros esté analizando todos los meses cuál es la empresa que le brinda la mejor propuesta. Se realiza un proceso “racional” de toma de decisión sobre una propuesta en particular al inicio y luego se mantiene esa decisión por mucho tiempo, perdiendo la oportunidad de aprovechar mejores ofertas.
Efecto de encuadre
También conocido como framing effect hace referencia a cómo tomamos decisiones de acuerdo a cómo se nos presentan las alternativas. Si el asesor de inversiones, al presentar una alternativa donde colocar los fondos dice que tiene un 80% de probabilidad de obtener ganancias dentro de un determinado período, la decisión que se toma puede llegar a ser muy diferente a que si el asesor dice que hay un 20% de probabilidad de perder dinero en esa inversión. La forma en que se presentan las alternativas influye mucho en las decisiones de los individuos y es algo que ha sido muy bien aprovechado por el marketing y la publicidad.
Estos ejemplos presentados dan cuenta de cómo la psicología afecta la toma de decisiones en los campos económico y financiero.
Otros ejemplos se presentarán en una posterior entrega.
Por lo pronto anunciamos que el próximo lunes 13 de diciembre tendremos la extraordinaria oportunidad de entrevistar al Dr. Richard Thaler, premio Nobel de Economía 2017 por sus aportes en este campo de la ciencia económica. El evento se desarrollará a partir de las 18.00 hs.
Más información en el siguiente LINK.
(*) Contador Público Nacional (UNSL). Es docente de Administración Financiera en la Universidad Nacional de San Luis y en la Universidad Católica de Cuyo, sede San Luis. Coordinador del equipo de trabajo Finanzas San Luis. Director de la carrera Tecnicatura Universitaria en Gestión Financiera (FCEJS-UNSL).
© 2021 – Finanzas San Luis
Encontranos en Twiter – Facebook – LinkedIn – Instagram – YouTube
info@finanzassanluis.com