Un informe especial de Finanzas San Luis
por Florencia Meineri* y Gabriel Vélez**
Como hemos venido desarrollando en ediciones anteriores la situación económica de la Argentina se encuentra atravesando su peor momento desde la crisis 2001/2002. Esto se ve acentuado dramáticamente por la irrupción a nivel global de la pandemia del COVID-19.
La economía del país muestra signos poco menos que preocupantes: una inflación que ya superó las proyecciones del gobierno – el último IPC informado fue de 3,2% respecto al mes anterior, lo que acumula un 25,3% en lo que va del 2021, y un interanual que trepa a 50,2%-, y que empuja hacia abajo el salario real que, pese a las negociaciones paritarias, no logra recuperarse. En un escenario dominado en gran medida por las restricciones para contener el virus, la población en general y los pequeños ahorristas e incluso jefes y jefas de hogar, se han visto forzados a reinventar modos de administrar los gastos domésticos.
A partir de un estudio realizado por la empresa “Resuelve tu Deuda”, se hallaron los diferentes gastos que suele tener una persona promedio y los clasificó en tres categorías. La mayoría de ellos se caracterizan por ser poco visibles para la cartera; además tienen un impacto directo incluso mayor que otros más tangibles. Para poner una imagen, estas salidas de fondos se asemejan a una canilla estropeada que gotea día y noche y no se detiene.
A continuación, les contamos cuáles son:
El primero de estos tres grupos de gastos es calificado como “hormiga”. Comparten como característica que en su mayoría son evitables y no esenciales para la vida diaria. Estos incluyen todos los consumos que se realizan en forma cotidiana, desde la compra de cigarrillos, snacks, golosinas, o el pago en un estacionamiento.
El segundo, denominado “vampiro”, agrupa a todos los consumos que se realizan sin conocer de antemano realmente el precio que tienen. Esto apunta a aquellas erogaciones efectuadas durante un cierto periodo, que recién transcurrido éste, el usuario se entera cuánto es el monto de ese gasto. En esta categoría se incluyen mantener las luces encendidas, dejar cargadores conectados todo el día, derrochar agua o simplemente hacer uso inadecuado de los servicios públicos. Todos estos gastos son poco visibles pero el impacto en las finanzas personales es significativo. La falta de atención a esta salida de fondos puede generar una “sangría” financiera de nuestros bolsillos.
Por último están los gastos “fantasma”, que encierran a todo pago que se realiza por un producto o servicio que finalmente no se consume. Entre los ejemplos más frecuentes están las suscripciones mensuales a servicios que no se utilizan pero que se mantienen “por si acaso”, cómo lo pueden ser diferentes suscripciones a servicios profesionales, a diarios o revistas, la cuota de un taller o la membresía de un club, siempre y cuando no se consuman o utilicen.
Ahora bien, detectarlos es el primer paso que nos lleva a una mejor y más eficiente gestión de estos gastos. Junto a la implementación de una serie de herramientas prácticas es posible hacer frente a los efectos de la crisis en la economía doméstica y lo mejor de todo, sin comprometer gustos o el propio bienestar social.
La experiencia muestra que en tiempos de flaqueza económica, la población gestiona los recursos de manera distinta a como lo hace en épocas de mayor abundancia u holgura. En relación a esto, un aspecto no menor tiene que ver con quiénes lideran en la mayoría de los casos la administración al interior de los hogares: las mujeres. De allí la importancia, a nuestro modo de ver, de trabajar enfáticamente en acercarles a ellas herramientas para un mejor manejo de sus finanzas, que en definitiva, repercute en el núcleo familiar del que forman parte.
Sin ser una solución definitiva puesto que también se requieren otras acciones, consideramos que la educación financiera representa un mecanismo clave en los procesos de desarrollo económico de las sociedades.
Pero, ¿qué es la Educación Financiera? La Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que la Educación Financiera les permite a las personas adquirir conocimientos y herramientas esenciales en materia de gestión financiera. El objetivo de la educación financiera es expandir la capacidad de las personas para que puedan tomar mejores decisiones respecto a cómo usar y gestionar su dinero.
Desde Finanzas San Luis, les comentamos algunas de esas herramientas, en este caso tendientes a la minimización de los gastos descritos al comienzo de este informe:
Elaborar un presupuesto mensual
Planificar los gastos para un periodo determinado y monitorear si lo gastado se condice con lo propuesto. A fin de mes hacer los ajustes para optimizarlo; mantener un seguimiento diario puede generar ahorros de hasta un 15%.
Una buena idea para orientar el presupuesto es dividirlo en dos partes: gastos fijos y gastos variables. Los gastos fijos son aquellos que se hacen cada mes, y cuyos montos son casi siempre los mismos, además que son parte necesaria de la vida cotidiana, como por ejemplo el alquiler o la comida. Por otro lado, los gastos variables son aquellos que cambian de un mes a otro, e incluyen las compras de combustible, entretenimiento, regalos, etc.
La regla del 50-30-20, que popularizó Elizabeth Warren en su libro de 2005 “All Your Worth: The Ultimate Lifetime Money Plan” (Todo lo que tienes: el plan monetario definitivo para toda la vida) apunta a distribuir los gastos de este modo: la mitad en necesidades, el 30 por ciento en deseos mientras que el 20 por ciento restante destinarlo al ahorro. Según este plan, asignar los gastos de esta manera permite cubrir aspectos esenciales de nuestra vida. A su vez, los expertos recomiendan conservar suficiente efectivo en un fondo de emergencia para cubrir entre tres y seis meses de gastos de subsistencia.
Utilizar cuentas para distintos fines
Una de las reglas de oro de las finanzas descansa en la diversificación. En términos más sencillos, diversificar quiere decir “repartir los huevos en diferentes canastas” para minimizar el riesgo. Una de las formas de llevar adelante la administración del dinero es dividirlo en cuentas específicas para propósitos específicos, y relacionar cada cuenta con un área de la vida -y utilizarla sólo para este fin-. Cada vez que se reciba dinero, asignarle un porcentaje a cada cuenta.
Hacer una lista en donde se registren todos los gastos
Desde los chiquitos, como golosinas, refrigerios, hasta las más grandes como suscripciones o compras, durante el mes. De esta manera es posible identificar más fácilmente qué gastos eliminar.
Amigarse con la tecnología
Por ejemplo, al utilizar programas como Excel, las aplicaciones móviles de los bancos o algunas fintech, o incluso el blog de notas del celular. Estos constituyen herramientas de apoyo muy valiosas y generalmente gratuitas, de interfaz sencilla e intuitiva lo que permite a los emprendedores dominarlas rápidamente y a bajo costo.
Para concluir, les sugerimos siempre acercarse a algún profesional en Ciencias Económicas matriculado a quien consultar estos temas. Lo importante es llevar un seguimiento frecuente de los distintos gastos adoptando estas pequeñas estrategias que les hemos presentado.
*es Licenciada en Administración (UNSL). Ex becaria Programa 10 Jóvenes Sobresalientes EDESAL. Ex becaria Programa Amartya Sen UBA. Integrante de la Comunidad de Mentores del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación. Columnista de Finanzas San Luis.
**es Licenciado en Administración (UNSL). Coach Ontológico Profesional. Candidato Magister en Economía y Negocios 2021 (UNSL). Ex becario Amartya Sen (UBA). Docente en Administración de las Operaciones de la Universidad Nacional de San Luis. Consultor de emprendedores. Columnista de Finanzas San Luis.
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