Informe especial de Finanzas San Luis

por Marcos Lucero (*) y Facundo Villarroya (**)

Hace un par de semanas las autoridades nacionales anunciaron la apertura de sucursales bancarias a lo largo y ancho del país para la atención de clientes beneficiarios de haberes previsionales, como así también para aquellos beneficiarios de prestaciones, planes o programas de ayuda abonados por la ANSES. 

El viernes 3 del presente mes se pudieron observar largas filas en bancos evidenciando la ruptura de la cuarentena obligatoria establecida por el gobierno y la falta de conciencia ante el distanciamiento social recomendado. La mayoría de las personas formaban parte de los grupos de riesgo ante la emergencia del COVID-19 y las repercusiones en los medios nacionales e internacionales no tardaron en llegar. 

Una noticia muy interesante fue la publicada por una corresponsal del diario “El Mundo” donde se preguntaba el motivo de lo ocurrido y hacía dar cuenta de la relación entre los argentinos y la adicción al dinero en efectivo. Este hecho recurrente se puede apreciar en la cotidianeidad mediante la falta de aceptación de tarjetas de débito en varios comercios del país. 

Incluso Sergio Palazzo, sindicalista de la bancaria, dió a conocer que el 70% de los que entran a los bancos podrían haber sacado dinero por los cajeros automáticos y no hacer fila.

Otro aspecto que se evidenció en estos últimos días es el hecho de que mucha gente, al no manejar la tecnología aplicada a las finanzas, no han podido pagar distintos impuestos y servicios, los cuales normalmente cancelan en bancos o empresas de cobro de servicios (las cuales reabren recién el próximo lunes 20/4), siempre en efectivo.

También por estos días el gobierno nacional diseñó una política de asistencia para los sectores más golpeados por el aislamiento social, denominada Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Esta ayuda consiste en un beneficio para los damnificados de diez mil pesos. Ya hemos contado estos beneficios en informes anteriores de Finanzas San Luis. El hecho es que mucho de los beneficiarios no tienen una cuenta bancaria, por lo que la alternativa es tener que cobrarlo por un cajero automático o en el Correo Argentino, todo de una vez y en efectivo. Ello incrementa aún más las probabilidades de contagio de la gente que tiene que acercarse hasta el cajero automático.

Entonces ¿cuál es el verdadero motivo por el cual arriesgamos nuestras vidas en búsqueda de efectivo? ¿Realmente se tiene consciencia de esta situación o es sólo producto de falta de información y/o falta de una cultura financiera?

Para poder sobrellevar estos problemas la educación financiera en particular y la cultura financiera en general son fundamentales. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) define a la educación financiera como “un proceso mediante el cual los individuos adquieren una mejor comprensión de los conceptos y productos financieros y desarrollan las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas, evaluar riesgos y oportunidades financieras”. Es por ello que es de vital importancia para el bienestar de los individuos y para el crecimiento y desarrollo de una economía que los particulares posean conocimientos financieros que les permitan desarrollar actividades productivas, ya sea bajo relación de dependencia, como cuentapropistas o como empresarios (al menos como micro emprendedores).

Nosotros vamos un poco más allá. Pensamos que no sólo necesitamos educación financiera sino una verdadera “cultura financiera”, en el sentido de adquirir habilidades, desarrollar una forma de pensar y así poder planificar en el largo plazo. 

En los países más avanzados en materia económica, con mejores índices de satisfacción de necesidades básicas, la cultura y la educación financiera forman parte de la agenda de prioridades de las autoridades, tanto nacionales como locales. En muchos países se han creado los Council of Economic Education, instituciones conformadas por otras tantas provenientes del sector público (ministerios de Educación y Economía), universidades, la banca privada y pública, y organizaciones no gubernamentales dedicadas al estudio e investigación de la temática, y obviamente con el apoyo financiero de empresas privadas como una forma de cumplir con sus objetivos de responsabilidad social empresaria (RSE).

¿Hay algún avance en la materia en nuestro país?

Una encuesta realizada por el Banco de Desarrollo de América Latina en conjunto con el Banco Central de la República Argentina en 2017 (últimos datos relevantes) mostró lo relegados que estamos en comparación con los países de la región y del mundo. 

Los resultados muestran que el conocimiento de los argentinos sobre productos financieros es moderado y con un puntaje de 11,5 nos encontramos en el puesto 37 de 39 países medidos. De acuerdo con la encuesta solo 8 productos son conocidos por más del 50% de los encuestados y el 39% de los adultos dice no tener ningún producto financiero. A pesar de esto, el 91% de los encuestados respondieron bien ante el tema inflación. 

La evaluación sobre comportamiento financiero arroja resultados aún peores alcanzando un puntaje de 4.5 donde solo el 27% de los encuestados supera los 6 puntos que se consideran como un puntaje alto. 

El informe concluye con el gran desafío que hay en materia financiera por delante y considera que “es preciso diseñar acciones que permitan estimular conjuntamente tanto los conocimientos básicos, como los comportamientos clave (planificación financiera, toma de decisiones informada y cultura del ahorro). También resulta importante contribuir al desarrollo de una actividad financiera consistente con el logro de objetivos de largo plazo. De este modo se podrá contribuir al mayor acceso y uso de los productos y servicios financieros de mayor calidad que posibiliten un mayor bienestar financiero y la igualdad de oportunidades como cimiento básico del desarrollo económico de Argentina”.

En base a esto, cabe preguntarse si no existe alguna ley que obligue a impartir una currícula dentro del programa de educación. En 2018 se sancionó la ley de Financiamiento Productivo que insta a formular una estrategia para dictar Educación Financiera en escuelas secundarias e incluso, en teoría, ya está formulada y fue publicada como “Plan Nacional de Educación Financiera” con miras al 2023. De todas maneras los avances no han sido muy significativos. 

La pandemia del COVID-19, y el aislamiento social que se tuvo que instaurar como consecuencia de la misma, puso en el tapete algunas problemáticas ya existentes pero que quizás estaban invisibilizadas.  

El desconocimiento en la forma de operar con plataformas de home banking,  aplicaciones de pago digitales y en algunos casos hasta la imposibilidad de operar con una simple tarjeta de crédito o débito hace más vulnerables y les genera más costos a una parte de la población de por sí muy desvalida en materia económico financiera.

El desarrollo y la propensión a una mayor cultura financiera, a través de acciones concretas de educación a distintos niveles, seguramente generará beneficios sociales inconmensurables. 

La provincia de San Luis ha sido pionera en la aplicación de recursos tecnológicos. Se desarrolló la Autopista de la Información, existe una cobertura de internet gratuita provista por el gobierno en casi la totalidad del territorio provincial, los estudiantes y docentes han sido provistos con computadoras portátiles. Por estas razones estimamos que nuestra provincia podría ser una de las pioneras en el desarrollo de un Consejo de Cultura Financiera, el cual podría estar conformado por el Estado Provincial y los estados municipales, las distintas universidades que conforman la Red de Universidades e Institutos Puntanos (de reciente creación), bancos públicos y privados con sucursales en nuestra provincia, empresas privadas que tengan programas de responsabilidad social empresaria, e institutos y organizaciones no gubernamentales interesados en el tema. 

Desde ya los que formamos parte de Finanzas San Luis nos ponemos a disposición para llevar adelante un proyecto como este.

Preocuparnos por la educación financiera es fundamental para el bienestar de nuestra sociedad, con un fuerte impacto positivo en el largo plazo. La educación financiera  no solamente genera beneficios económicos. En contextos como el que vivimos actualmente también salva vidas. Literalmente.

(*) Es Contador Público Nacional por la Universidad Nacional de San Luis. Docente de Administración Financiera para las carreras de Contador Público Nacional, Lic. en Administración y Tecnicatura Universitaria en Administración Financiera en la Universidad Nacional de San Luis y en la Universidad Católica de Cuyo, sede San Luis. Coordinador del equipo de trabajo Finanzas San Luis. 

(**) Es Licenciado en Economía por la Universidad Nacional de Cuyo. Economista en el ámbito privado. Columnista de Finanzas San Luis.

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