Un informe especial de Finanzas San Luis
por Florencia Meineri (*)
Crowd en inglés significa multitud y en los últimos tiempos seguramente hemos leído o escuchado vocablos que toman como base esta palabra sin saber quizá, a que hacen referencia: crowdfunding, crowdsourcing, crowdlending, crowdequity…
La lista es larga, sin embargo, todo parece conducir a lo mismo: a la idea de grupo, de compartir o colaborar. En definitiva, todos estos conceptos implican una operación, una venta de un bien o servicio, un préstamo, una financiación efectuada por muchas personas, es decir, en forma colectiva. Mucho antes de que la OMS informara sobre la propagación de la pandemia esta tendencia hacia el “crowd” ya estaba teniendo lugar en diferentes países, con diferentes niveles de alcance y desarrollo, según la industria o sector de la economía. Desde 2020 a la fecha, con la irrupción del Covid-19 y las drásticas consecuencias económicas que ésta trajo, se incrementaron notablemente las consultas a páginas sobre modelos colaborativos. Desde Finanzas San Luis, les proponemos un recorrido por los principales.
Crowfunding
Del inglés crowd –multitud– y funding –financiación-.
En este tipo de operaciones, también denominadas “micromecenazgo” la inversión individual generalmente representa un porcentaje pequeño de la financiación total. Dado que gran parte del éxito de esta forma de financiación reside en la publicidad que se da al proyecto, las plataformas de financiación colectiva más importantes en la actualidad tienen soporte en internet por su alcance multitudinario y su bajo costo comparativo.
En nuestro país, el micromecenazgo fue implementado mediante la Ley N° 27.349, publicada en el Boletín Oficial el 12 de abril de 2017, con el objeto de fomentar el financiamiento de la industria de capital emprendedor a través del mercado de capitales.
Así, podríamos ubicar como precedente importante de este fenómeno al sistema de donaciones. Por ejemplo, uno de los pioneros del micromecenazgo en la industria de la música ha sido el grupo británico de rock Marillion. En 1997, sus seguidores estadounidenses financiaron su gira por EE. UU – cuyo costo fue de 60.000 dólares – gracias a sus donaciones obtenidas y a una campaña del grupo por internet. Una experiencia similar se dio en España, cuando la banda de rock Extremoduro pudo financiar su disco en 1989. Por su parte, la industria cinematográfica tuvo su primera experiencia de este tipo en el año 2004, cuando los productores franceses Guillaume Colboc y Pommmeraud Benjamin lanzaron una campaña de donaciones por internet para financiar su película Demain la Veille (Lugar para ayer). En tan sólo 3 semanas lograron una financiación de aproximadamente 60.000 euros lo que les permitió rodar su película. En Latinoamérica, uno de los primeros casos de crowdfunding se dio con el documental creativo Durazno (film), que además fue producido ecológicamente.
A la fecha, un sinnúmero de proyectos ha sido financiado a través de estas modalidades del crowdfunding. Pero no sólo los proyectos culturales son elegibles para este tipo de micro-financiación, sino cualquier actividad productiva o de servicios.
Un caso particular de crowfunding es la tokenización de activos, tema que ya hemos tratado en otro informe especial de Finanzas San Luis.
Crowdsourcing
Del inglés crowd –multitud– y outsourcing –recursos externos–.
Consiste en externalizar tareas que originalmente realizaban empleados o contratistas, dejándolas a cargo de un grupo numeroso de personas o de una comunidad, a través de una convocatoria abierta. El término apareció en 2006, cuando Jeff Howe estableció que el concepto de “crowdsourcing” depende esencialmente del hecho de que, debido a que es una convocatoria abierta a un grupo indeterminado de personas, reúne a los más aptos para desarrollar las tareas para responder ante problemas complejos, y así contribuir aportando las ideas más frescas y relevantes.
De este modo, más y nuevas modalidades se despliegan: se invita al público a desarrollar una nueva tecnología, o a llevar a cabo una tarea de diseño (diseño basado en la comunidad o diseño participativo distribuido), o a mejorar e implementar los pasos de un algoritmo, o a ayudar a capturar, sistematizar, procesar y analizar, grandes cantidades de datos (big data), entre otras.
Autores de renombre en la materia como Daren Brabham afirman que el crowdsourcing es “un modelo estratégico para atraer una multitud interesada y motivada de individuos, capaces de proporcionar soluciones superiores en calidad y cantidad a aquellas que podrían proporcionar formas de negocio tradicionales”. La idea es obtener recursos de capital humano para cumplir con objetivos específicos, por medio de la creación de productos de forma colaborativa para catapultar un emprendimiento. Con todo, el crowdsourcing es un modelo de producción y resolución de problemas. Normalmente los problemas se difunden a un grupo de personas desconocidas mediante una convocatoria abierta para que estas propongan soluciones. Los usuarios forman comunidades en línea y sugieren soluciones. Las comunidades también revisan las soluciones para encontrar errores o mejorarlas. Una vez decididas y elegidas las mejores soluciones pasan a ser de la entidad que propuso el problema en primer lugar: el convocante. A veces las personas que propusieron las mejores soluciones son recompensadas. En algunos casos el trabajo está bien recompensado, ya sea mediante dinero, con premios o bien con reconocimiento. En otros casos la única recompensa es el prestigio (kudos) o la satisfacción intelectual. Las soluciones de crowdsourcing pueden ser de aficionados o voluntarios que trabajan en su tiempo libre, o de expertos o pequeñas empresas que eran desconocidos para la organización que expuso el problema.
Uno de los ejemplos en el mundo resultó cuando en 1994 Northeast Consulting compiló una base de datos de las tendencias en el mercado. Esta base de datos fue recopilada a partir de numerosas fuentes.
Cómo evolucionan estos modelos en Argentina
En la actualidad las plataformas que trabajan bajo estos modelos siguen en auge aunque no todas lo hacen con el mismo grado de desarrollo. Como comentamos al inicio, la crisis económica a nivel internacional derivada de la pandemia del covid-19 ha puesto sobre el tapete la búsqueda de alternativas de financiamiento e inversión. En Argentina, por ejemplo, la profunda recesión se acentuó más aún debido a la propagación del virus, generando en los ahorristas (principalmente los pequeños) un descreimiento y deslegitimación de las opciones de inversión tradicionales, como por ejemplo aquellas supeditadas al peso argentino. Al momento de la elaboración de este informe, con una caída del dólar paralelo respecto al oficial de varias semanas, también esta opción vuelve a ser mirada con bastante recelo. Así, el margen de maniobra de los ahorristas o de aquellos que quieran poner al resguardo sus ingresos, se acota cada vez más. Ante este panorama, el crowdfunding y otras modalidades similares pueden volverse una estrategia para proteger los ahorros. A continuación, les contamos sobre algunas de ellas…
Crowdfunding inmobiliario
Según datos de Infotechnology los desarrollos inmobiliarios se posicionan como una buena alternativa para proteger al inversor de la devaluación y generar en el tiempo rentabilidades atractivas. En los últimos 15 años la revalorización promedio del valor del m2 fue superior al 11% anual en dólares.
Es en este contexto que plataformas como Sumar Inversión atraen adeptos. Se trata de la primera plataforma con App que permite invertir en crowdfunding inmobiliario. Brinda a los pequeños y medianos ahorristas, que ya tienen sus dólares guardados, la posibilidad de invertir en ladrillos. Por medio de la estructura legal de fideicomiso esta plataforma brinda la oportunidad de diversificar inversiones en distintos proyectos que otorgan rentabilidad en dólares, llegando así a obtener la mayor ganancia junto con la venta definitiva de la obra terminada en el mercado. De acuerdo a la información que detalla el sitio web de la empresa “la propuesta consta de aportar el capital para financiar la compra de terrenos en barrios cuidadosamente seleccionados, y para la construcción de viviendas individuales y colectivas con una arquitectura conceptualmente distinta a las existentes en el mercado actual”.
Otra de esas plataformas de crowdfunding es Crowdium que, bajo un sistema similar al anterior, permite por medio de simples pasos elegir un proyecto, transferir en dólares o pesos el capital y esperar que el tiempo haga su trabajo. Luego, una fiduciaria se encarga de adquirir y administrar la propiedad escogida. Finalmente, la rentabilidad que el proyecto genere se distribuye entre los fiduciantes.
Crowlending
Del inglés crowd –multitud– y lending –préstamo–.
Conforme su nombre lo señala este modelo se basa en un sistema de préstamos ofertados de particulares a otros particulares sin la intervención de una institución financiera tradicional (desintermediación financiera). Básicamente los particulares se organizan por medio de una red con un número de prestamistas particulares (también puede haber empresas que no sean bancos) que invierten su capital privado o ahorros a cambio de una tasa de interés.
Con el fin de dotar de la mayor protección posible al inversor los agentes, como la misma plataforma y el emisor de préstamos, brindan a éste herramientas adicionales de seguridad como la garantía de recompra ante impago o mediante evaluaciones de solvencia para minimizar cualquier riesgo de impago futuro.
En Argentina, si bien los préstamos colaborativos aún están en fase embrionaria de desarrollo, ya hay operativas algunas plataformas que permiten ingresar a la modalidad. Como requisitos de acceso están: ser mayor de edad (18 años); ser titular de una cuenta bancaria (en algunos casos en pesos o en dólares); poder justificar el origen de los fondos a invertir.
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(*) es Licenciada en Administración por la Universidad Nacional de San Luis. Ex Becaria Programa 10 Jóvenes Sobresalientes EDESAL. Ex Becaria Programa Amartya Sen UBA. Consultora de emprendedores y PyMEs. Columnista de Finanzas San Luis.
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