Un informe especial de Finanzas San Luis

por Florencia Meineri (*)

En 1950, se estimaba que la población mundial era de 2.600 millones de personas. En 2011 se publicó que ese número había ascendido a 7000 millones. Es decir, en sólo sesenta años la población mundial se triplicó. Pero el consumo, en esos sesenta años, no creció a la par de la población, lejos de eso, se multiplicó por ocho. Estos datos dan cuenta del increíble avance de un modelo lineal que ya lleva entre nosotros tres siglos: tomar-consumir-desechar. Pero quizá asistimos al principio de su fin. Y no lo sabemos. Es que al ritmo en que consumimos en la actualidad necesitaríamos casi tres planetas Tierra para satisfacer las demandas alimentarias y energéticas de los más de 9.000 millones de personas que habrá en 2050, según estimaciones de Naciones Unidas. [i]De allí la urgencia de cambiar el modelo que heredamos de la primera Revolución Industrial.

En contraposición a este viejo paradigma, se presenta el basado en hacer-rehacer/usar-reutilizar, ola denominada economía circular (del inglés circular economy) que se sostiene en todo el circuito de la cadena de valor: desde las materias primas o materiales que se emplean en el proceso productivo, pasando por el diseño de los productos, la forma y modelo de producción, consumo energético, modelo de consumo y distribución, reparación y reutilización para que lo que ingresó al inicio retorne al proceso productivo cerrándose el círculo.

Definiendo la economía circular

Según Haas et al. [ii](2015) la economía circular es una simple pero convincente estrategia que tiene por objeto reducir tanto la entrada de los materiales vírgenes como la producción de desechos, cerrando los «bucles» o flujos económicos y ecológicos de los recursos. De este modo se reconoce la importancia del funcionamiento de la economía en cualquier nivel –negocios grandes y pequeños, individuos, organizaciones de toda índole; tanto a escala local como global. Vale aclarar que este modelo implica más que reajustes que minimicen el impacto negativo de la economía, por el contrario, se trata de un cambio sistémico. En tal sentido, la economía circular es una estrategia pensada para el largo plazo, que genere no sólo oportunidades económicas y de negocios sino también beneficios socio ambientales.
La economía circular distingue entre ciclos técnicos y ciclos biológicos. En los primeros, los procesos naturales de la vida permiten regenerar materiales, con intervención humana o sin ella. En los segundos, con la suficiente energía disponible, la intervención humana recupera los distintos recursos y recrea el orden, dentro de un periodo de tiempo determinado.
De acuerdo con Fundación Ellen McArthur, dicho modelo se cimenta en tres principios:

  • Eliminar residuos y contaminación desde el diseño
  • Mantener productos y materiales en uso
  • Regenerar sistemas naturales

Orígenes y escuelas de la economía circular

La noción de circularidad tiene importantes raigambres históricas y filosóficas. La idea de retroalimentación y de ciclos en sistemas en el mundo real es vieja y surge de varias escuelas del pensamiento filosófico. Un punto de inflexión histórico fueron los años de la posguerra, cuando en los países industrializados, sobre todo, el estudio de sistemas computarizados no-lineales, reveló lo complejo e imprevisible del mundo en que vivimos; un mundo más semejante a un metabolismo que a una máquina.

La tecnología y la sociedad modernas se han vuelto tan complejas que los caminos y medios tradicionales no son ya suficientes, y se imponen actitudes de naturaleza holística. En tal sentido, sería interesante revisar la Teoría de Sistemas, inspirada y desarrollada por el biólogo austrohúngaro Karl Ludwig von Bertalanffy (1901-1972) que se basa en una concepción totalizadora de los sistemas biológicos, extrapolable hasta cierto punto a otros sistemas, como los sociales y económicos. El gran aporte de este científico son las reglas o lógicas internas que gobiernan a los sistemas, entre ellas el concepto de “causalidad circular”.

La causalidad circular justamente, rompe con esa idea de lo lineal imperante hasta ese momento. Así, junto al concepto de “homeóstasis” también heredado de Bertalanffy, que sostiene que en los sistemas vivientes existe una tendencia hacia niveles de mayor heterogeneidad y organización, se dispone de un marco de referencia para comprender mejor la economía circular, que seguidamente intentaremos profundizar.

Ya adentrándonos en este modelo, podemos hacer un recorrido por las escuelas de pensamiento que sintetizan la literatura que existe sobre el tema. Desde la economía del rendimiento de Walter Stahel; la filosofía del diseño Cradle to Cradle de William McDonough y Michael Braungart; la idea de biomimética presentada por Janine Benyus; la ecología industrial de Reid Lifset y Thomas Graedel; el capitalismo natural de Amory y Hunter Lovins y Paul Hawkenso y el abordaje blue economy, como el descrito por Gunter Pauli.

A continuación, haremos una breve descripción de cada una.

Economía del rendimiento

Walter Stahel, un arquitecto y economista suizo, describió allá por mediados de los 70, una economía en la que predominaban los procesos en “bucle”, evaluando su impacto en la creación de empleo, en la competitividad económica, en el uso ecointeligente de los recursos y en la prevención de residuos. Stahel presentó su idea en su informe para la Comisión Europea titulado “El potencial de sustituir mano de obra por energía” (“The Potential for Substituting Manpower for Energy” en inglés) y escrito en colaboración con Genevieve Reday. En dicho texto se observa que el consumo energético se asocia principalmente a la extracción y al tratamiento de los recursos, y no a los procesos de fabricación en sí.

Cradle to cradle

Esta corriente surge de la mano del químico ecologista Michael Braungart y el arquitecto William McDonough, tras la publicación de su libro “De la cuna a la cuna, rediseñando la forma en que hacemos las cosas” (Cradle to Cradle: Remaking the Way We Make Things).

En contraposición al concepto “de la cuna a la tumba” propio de los procesos de producción y consumo de final de tubo, Cradle to Cradle “de la cuna a la cuna” propone un nuevo diseño de productos y procesos en un sistema que adopte una estrategia para el cambio más allá de la ecoeficiencia: la estrategia de biomímesis (‘eco-efectividad’). Es decir, una estrategia para el cambio que deje de lado el ser “menos malo” para pasar a hacer las cosas “bien” tomando como fuente de inspiración los sistemas naturales. Cradle to Cradle identifica tres principios de diseño clave presentes en los sistemas naturales que sirven claramente de inspiración al diseño de los procesos técnicos:

1. Basura = Nutriente

2. Utilización de la renta solar

3. Celebración de la diversidad

Biomimética

Janine Benyus, autora de “Biomímesis: Cómo la ciencia innova inspirándose en la naturaleza” parte de una disciplina innovadora que estudia las mejores ideas de la naturaleza y luego imita estos diseños y procesos para resolver problemas de las personas. Por ejemplo, estudiar una hoja para diseñar una célula fotovoltaica. Piensa que la biomímesis es la innovación inspirada por la naturaleza. Esta singular visión de la economía se sostiene en los siguientes principios:

1. La naturaleza como modelo: modelos de estudio de la naturaleza y emular estas formas, procesos, sistemas y estrategias para resolver los problemas humanos.

2.  La naturaleza como medida: utilizar un estándar ecológico para juzgar la sostenibilidad de nuestras innovaciones.

3. La naturaleza como mentor: ver y valorar que la naturaleza no se basa en lo que podemos extraer de ella, sino en lo que podemos aprender del mundo natural.

Ecología industrial

Esta es otra escuela de pensamiento que nutre a la economía circular y abarca el estudio de los flujos de materiales y de la energía a través de sistemas industriales. La importancia de la ecología industrial surge de la preocupación de muchas organizaciones norteamericanas y europeas por encontrar estrategias para lograr el Desarrollo Sostenible. Centrándose en las conexiones entre los operadores dentro del ecosistema industrial, este enfoque se propone crear procesos de circuito cerrado en el que los residuos sirven de entrada para otro proceso, eliminando la noción de un subproducto no aprovechable.
Básicamente, la ecología industrial consigue que el consumo de materias primas y energías se reduzca a unos valores tales que la biosfera pueda reemplazarlos, y que las emisiones de residuos se reduzcan hasta unos valores tales que la biosfera pueda asimilarlos. (Seoanez Calvo, 1998).

Capitalismo natural

Hacia finales del milenio pasado, los académicos Lovins y Hawken acuñaron un término para referirse a un modelo conciliador entre el capitalismo en su fase actual y la naturaleza. Un modelo que lejos de considerar incompatible estos dos, los conjuga a los fines de hallar una alternativa superadora al modelo imperante. Entonces, se aparta del capitalismo tradicional que ofrece bienes de consumo que conllevan la producción de basuras y sustancias de desecho sin tener en cuenta el capital natural como parte de la ecuación que mide los gastos y los ingresos. En el capitalismo natural, la variable de la naturaleza adquiere un rol central. Según los padres de este movimiento, el capitalismo natural necesita de cuatro fases para concretarse:

Fase 1: Incrementar la productividad de los recursos naturales.

Fase 2: Sistemas de producción de ciclo inspirados en la naturaleza.

Fase 3: Modelo basado en soluciones más que en ventas. 

Fase 4: Contabilizar el capital natural como parte del capital total.

Blue economy o economía azul

La llamada economía azul, tan en boga en estos tiempos, es una concepción de la economía introducida por el economista belga Gunter Pauli ya hace un cuarto de siglo, como respuesta a una petición de Naciones Unidas para preparar la COP3 de Japón, donde se decidió el Protocolo de Kioto, en 1997. El término definido por Pauli define una filosofía en la que el modelo económico permita a los productores ofrecer lo mejor a los precios más bajos, gracias a la introducción de innovaciones que generen múltiples beneficios, y no solo mayores ganancias. Lo que apuesta con esto Pauli es de aplicación global a la vez que hace hincapié en las economías locales. También funciona con cualquier sector empresarial, bajo la premisa de eliminar todo aquello que no sea necesario.

Modelo de economía circular

Según la Fundación Ellen McArthur la economía circular busca reconstruir el capital financiero, manufacturado, humano, social o natural. Esto garantiza flujos mejorados de bienes y servicios. El diagrama sistémico presentado debajo grafica el flujo continuado de materiales técnicos y biológicos mediante el ‘círculo de valor’.

Consideraciones finales

El momento para virar el barco es ahora, es que ya no hay tiempo. Las cifras que vemos a diario en periódicos, en portales de divulgación, en fanpages sobre ecología, lejos de mostrar notas y textos sensacionalistas exponen la realidad a la que asistimos. Y sin bien bajar el ritmo de consumo actual y detener los procesos de contaminación del planeta es por demás complejo, existen alternativas, propuestas promisorias; lo que plantean los teóricos de la Economía Circular es una. Lo cierto es que urge accionar. El panorama en la República Argentina nos encuentra con un movimiento en desarrollo, pero muy por detrás de naciones como Bélgica, Países Bajos, Canadá, EE.UU. o de la ciudad de Shenzhen en China. El gobierno nacional cuenta con una Mesa Técnica de Economía Circular dependiente del Ministerio de Medioambiente y Desarrollo Sostenible que busca reducir las importaciones y aumentar el suministro local de insumos industriales provenientes de los residuos y el proyecto GEF Modelos de negocios sostenibles para la producción de biogás a partir de residuos sólidos urbanos orgánicos, también bajo la órbita del mismo ministerio. Les sugerimos ingresar a la siguiente página para consultar más acciones similares impulsadas por el gobierno nacional: https://www.argentina.gob.ar/ambiente/control-y-monitoreo
A nivel provincial, existen algunas iniciativas; muchas de ellas encabezadas o surgidas del ámbito privado como es el caso de Botellas de Amor en Villa Mercedes. Recientemente este proyecto ha sido apoyado por la Municipalidad de esta ciudad sanluiseña, y hoy en día, a través de acciones conjuntas, Subsecretaría de Actividades de Ecología y Medio Ambiente coordina y proporciona el transporte para trasladar las cargas que se junten a la plata en Bernal. Para colaborar con este proyecto, pueden entregar las botellas en los siguientes puntos de acopio: comercios ubicados en Urquiza 32, Pescadores 172, San Juan 20 – Local 2, Pedernera y Ardiles, Presidente Perón 536, Pedernera 1180 y en Lavalle 384.

Fuentes:

https://circulab.com/es/economia-circular-definicion/

https://www.ellenmacarthurfoundation.org/es/economia-circular/

https://www.wwf.es/?19960/3-planetas

https://www.un.org/es/sections/issues-depth/population/index.html

https://www.tendencias.kpmg.es/claves-decada-2020-2030/economia-circular-sostenibilidad/

https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/jiec.12244

https://www.bbva.com/es/py/que-es-la-economia-circular-y-por-que-es-importante/

https://www.argentina.gob.ar/ambiente/control-y-monitoreo

https://www.villamercedes.gov.ar/index.php/ejes-de-gobierno/produccion-medio-ambiente-y-tecnologia/787-botellas-de-amor-el-municipio-se-suma-a-la-campana-y-transportara-las-cargas-recolectadas

(*) es Licenciada en Administración por la Universidad Nacional de San Luis. Ex Becaria Programa 10 Jóvenes Sobresalientes EDESAL. Ex Becaria Programa Amartya Sen UBA. Consultora de emprendedores y PyMEs. Columnista de Finanzas San Luis.


[i] https://www.un.org/es/sections/issues-depth/population/index.html

[ii] The circular economy (CE) is a simple, but convincing, strategy, which aims at reducing both input of virgin materials and output of wastes by closing economic and ecological loops of resource flows.

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